viernes, 29 de agosto de 2008

Knock - knock

¿Hay alguien en casa? ¿Por dónde andan todos?

Bueno…vine a abrir un poco y ventilar, y mañana ya pegaré una repasadita que la casa así vacía y todo, está hecha un asco.
¿Es que nadie vuelve de vacaciones más que yo?
¿Y vos, Berto? ¿Qué hiciste con mi dínamo gigante? Yo acá vendiendo mi cuerpo (en parcelas claro, porque está enorme) para juntar el dinero del envío y vos nada, ni una palabra.
Hasta he tenido que festejar sola mis cuatro meses ¡sola!

Bien. Aunque estoy conciente de estar hablando sola, mientras ventilo el pisito, les cuento que me fui nomás esos días al mar, y que estuvo precioso el viaje. Ni que hubieras estado adivinando, Berto, mis hermanos se quedaron sin fumar los cinco días y todo para no tentarme. Y en ese intento de no tentarme, hablamos muchísimo sobre el tabaco y han decidido dejarlo, finalmente. Muy bien, muy bien.
El no sentarme a fumar frente al mar, no le quitó nada ni al inmenso poder que tiene el mar sobre mí, ni a mí, ni a esa increíble relación que me une a él. No fumar allá fue exactamente como no fumar en ninguna otra parte. Solo una noche después de cena con todos mis primos y varios tragos y mucha algarabía, mmmmmmmmmmm hubo un tirón cortito pero duro. Pero pasó más rápido que volando. ¡Estoy contentísima!

Ahora que he vuelto, y pasados los cuatro meses, quiero encararle al tema del sobrepeso. Estas dos últimas semanas me he sumado unos tres kilos otra vez, y no me siento para nada bien ni física ni moralmente con eso, pero sí me siento por primera vez en condiciones de sumar otra entrada de autocontrol. Y compulsiva que soy, no puedo cuidarme un poquito de las comidas. Tengo que encararle a una dieta rigurosa y a rajatabla. Así que acá tengo a la mano el plan de la nutricionista. Y lo miro, y lo miro. Hasta que junte coraje.

Otro asunto relacionado al tabaco, y este es para que me lo analice Auriga y me destroce, si tiene a bien regresar. Es que soñé que alguien me pasaba un pucho en un fogón, o algo así, y que yo fumaba. Y que me daba tanto pero tanto asco que le decía a una amiga ¿cómo puede fumar la gente?
¡Yo sueño que nunca he fumado! Bien, eso es todo acá en el frente, por ahora. Cierro y mañana vengo con la fregona y unas flores, así que vamos, chicos. Vayan volviendo que se los extraña. Un abrazo.

martes, 19 de agosto de 2008

EL TERCERO DE AURIGA



Pues no se dónde andará nuestro AURIGA, pero ande donde ande , o nade, o escale o haga lo que sea que esté haciendo, lo está haciendo sin fumar.

TRES MESES SIN FUMAR y sumando ¡y lo guapetón que se nos está poniendo!

Un montón de besos y a disfrutar.

DUELO Y DUELO

Gracias Berto por ponerte a conversar con mi torpeza y mi negación. La verdad es que terminé de leerte con los ojos llenos de lágrimas y super angustiada. Es que no estoy para nada conciente de ser una drogadicta suplicando por volver. Lo tengo muy negado tal vez, pero no sé, de verdad no lo siento así. Y aunque siempre he sido complicada de cabeza, tampoco puedo creer estar haciéndome este tal mecansimo de fantasear con “mejor estar enferma terminal, así total ya piso el acelerador hasta el fondo y listo”. Porque no puedo imaginarme recayendo, volviendo a fumar. Tal vez todo este “no ver” provenga de no haberme preparado para tomar la decisión de dejar: no lo medité mucho, más bien que nada, ni me informé lo suficiente, ni nada. Incluso la depresión horrible de no querer levantarme de la cama que duró una semana, la pasé sin siquiera asociarla a la falta de tabaco, de nicotina o de pucho. Voy a tener que leer sobre adicciones para asumirme adicta. Porque no me siento adicta, la verdad.
Gracias también por las reflexiones en positivo acerca del viaje con mis hermanos al mar. Por mis hermanos, el susto viene de varios frentes. Ver a uno de los dos fumando -al otro no – y sobre todo después de almorzar en familia, a veces me da ganas. Y a los dos los envidio un poco desde siempre y por igual en su relación con el pucho. Ellos fuman cuando quieren y dejan cuando quieren, y en general fuman muy poco. A veces me regalaban las marquillas abiertas porque se les ponían viejas. Pasan largas temporadas sin prenderse ni uno. Otras veces fuman una etiqueta de una sola sentada, y vuelven a dejarlo por meses. Últimamente fuman bastante, pero sin ninguna compulsión, y están realmente muy contentos de que yo lo haya dejado. Casi no fuman en mi presencia. Pero cuando lo hacen se les nota el disfrute más que a los fumadores más mecánicos. De todas maneras, vamos a encontrarnos con nuestros primos allá, y va a ser emocionante, y vamos a comer rico, y vamos a tomar unos vinos de largas sobremesas alegres y va a haber conversaciones confidentes de uno en uno, y todo eso es más preocupante todavía que el hecho en sí de que ellos fumen cerca de mí. El combo completo. Esoy lista para rechinar los dientes como precio a tanta onda.
Con respecto al mar. Cuando lo escribía quizás no pensaba en que no iba a poder disfrutarlo sin fumar, pero tampoco pensé que podía disfrutarlo mejor sin humo y con olfato. Ya no mido mucho en el cotidiano esa clase de beneficios adquiridos, y no está bueno no capitalizarlo. Pero es así. La euforia de las mejorías va pasando y me enoja ver que para disminuir los riesgos cardíaco y oncológico me faltan cinco y diez años respectivamente. No es una buena zanahoria ya.
En realidad creo que lo que siento, es una especie de melancolía, a veces. Como que el cigarrillo ha sido un gran compañero de ruta. El de las buenas y las malas. Y esto sí me resulta inevitable sentirlo así cuando pienso, aún en los días en que no siento ningún grado de deseo. Esto de personificar al cigarrillo es una pavada increíble, pero así funciona. Ya sé que el pucho no puede abandonarme. No estoy tan en la banquina. Pero siento que me cuesta más el duelo por esa suerte de compañía que me representaba, que la abstinencia en sí o la repetida decisión de no volver a prenderme uno nunca más. Ahí voy, Beto. Acá era. Termino de escribir lo que termino de escribir, y se me llenan de nuevo los ojos de lágrimas. Y lo releo y lloro. Al fin, al cabo de ciento quince días (acabo de mirar en el quitómetro porque ya no llevo la cuenta) lloro por el compañero como si hubiera sido bueno.
Qué boluda, cómo no me di cuenta antes. La noción de la soledad, otra vez en el fondo de mis problemas. Ya muchas soledades, muchas, han dejado de ser enemigas. A esta no la había mirado todavía. Creo que acabo de empezar un duelo. Un duelo de verdad. Porque a muchas cosas me niego y no miro. Pero yo sé que nunca más voy a fumar. Doble duelo, entonces. El del dolor que viene "del dolus, fraude, engaño, etc", y el del “combatir entre dos personas”.
Me fui al carajo con la escritura, ya sé. Y la angustia le ha dado paso a una tristeza mansísima pero prometedora. Voy a poner esto en un hilo nuevo. A ver qué pueden contarme ustedes sobre la tristeza de ya no ser. O la tristeza de nunca más. O la tristeza de estar desprovistos de aquella compañía tan pero tan segura, que sólo depende de nosotros mismos el que esté ahí. Y de nada ni nadie más. Fatal. Pero al menos ya sé, de otros cuartos de mi vida, que nada puede tapar los orificios. Y menos que menos el cigarrillo.
Gracias, otra vez, Berto. No hubiera llegado hasta acá sin tus señales.

jueves, 14 de agosto de 2008

Efectos colaterales

Antes, cuando era fumador, si respiraba mal era por la humedad, el polvo o vaya usted a saber. Ahora si me duele el pecho o siento alguna molestia es porque estoy purgando, mis pulmones trabajan duro para limpiar rápidamente todo ese alquitrán. Tenía mocos, porque tenía catarro, ahora son el resultado de las tareas de de limpieza.
Cuando estaba afónico era por el frío o por alguna bebida con hielo. El otro día me dijeron que al no tener las cuerdas cubiertas de basura se están acostumbrando al contacto con el aire limpio y que por eso se irritan.
Hasta me han dicho que los granos que tengo es que la piel está eliminando toxinas. Si estoy triste es porque la mente adictiva me hace trampas para que fume, si estoy nervioso es porque dejar de fumar me produce ansiedad…
Podría pensarse que mi hipocondría me lleva por estos estúpidos caminos que mezclan verdades con mentiras, como hace el Maligno. Pero si alguien tiene duda de que este no es un fenómeno que me afecta a mí particularmente que ponga en algún foro de no fumadores que se le ha saltado el esmalte de las uñas o que le pica una oreja. Apuesto lo que sea a que se encontrará con maravillosas explicaciones que implican que la bajada de nicotina está rehidratando la cutícula y que por eso salta el esmalte o que con que un aprendiz de otorrinolaringólogo le habla de una percepción mayor del folículo del vello intraorejoso.
¿A la gente que fuma y que no ha fumado nunca no le pasa nada? ¿O es que todo lo que les pasa es porque no fuman?

viernes, 8 de agosto de 2008

Dormir con los ojos abiertos

Ayer estuve con unas amigas (y un amigo que, a diferencia de nuestros chicos, cuando las mujeres somos mayoría habla en femenino plural como corresponde). Estuvimos en casa de una de ellas tomando unas excelentes caipirinhas, Brazil… parara para pararaaaaá… Por cierto, una de ellas está pasando por una situación difícil y a sus 31 (¿ó 32?) ha empezado a fumar. En tres horas que estuve con ella se fumó 3 cigarrillos ¡y encima negros…! Asustadita me tiene. Como igual nos echa un vistazo desde la seguridad del bicarbonato, ruego al profesor Cicuta y a los supertacañones que le pongan un poco las pilas, si bien con cierto tacto, que no está pa que le toquen mucho las narices.

A lo que iba, que estaba yo allí tan contenta con mi caipirinha y mi musiquita raja que te raja y viéndola a ella disfrutar impúdicamente de su cigarrillo cohiba y de repente… me tuve que contener para no coger uno. Vamos, que fue sólo un segundo, pero en ese momento se me olvidó que había dejado de fumar, el mecanismo de las adicciones, lo contenta que estaba yo por haber recibido la iluminación y comprendido por fin la verdad de las verdades sobre la abstinencia y todo esto que hablamos por aquí. Así que tuve que recuperar el nivel de conciencia a velocidad de crucero y volver a subir la guardia y a permanecer alerta. No es que pusiera el cerebelo en Defcon 2 pero tuve claro que no me podía despistar. Y me sentí terriblemente cansada de ejercer este control mental constantemente; deseé relajarme del todo y no pensar en el tabaco por un día pero no me atreví. Temí que me sucediera lo mismo que en los sueños en los que fumo, que me deslizo en alguna situación sin prestar atención y cuando quiero darme cuenta estoy fumando y siento desesperación por haber recaído tontamente y sin quererlo. Tengo la sensación de no poder cerrar los ojos so pena de que aparezca Freddy Kruger a ponerme un cigarro en la boca. Necesito pensar que algún día podré relajarme completamente y perder la alerta sin miedo a encontrarme inesperadamente soltando humo por la nariz.

miércoles, 6 de agosto de 2008

¿Es procedente decir a los cuatro vientos que he dejado de fumar?

-Puede ser útil como apoyo para evitar recaídas
-Puede conseguir que nuestro entorno nos fulmine a preguntas todos los días y esto nos lleve a fumar, al suicidio o al asesinato colectivo.

lunes, 4 de agosto de 2008

Impresentable, esto es para ti.

Coco, aquí tienes un detalle para ese encanto de ser humano con el que tienes la desgracia de compartir espacio laboral. Recomiendo impresora a color, tamaño folio, sobre con dedicatoria y tu espectacular sonrisa sin tabaco. "Toma, impresentable. De parte de mis compañeros de blog."
Por cierto, si vuelve a ofrecerte tabaco, se lo aceptas y se lo destrozas ahí mismo. Es más, pídeselo tú directamente y lo rompes tal cual. A ver si al personal se le van quitando las ganas de tocar la moral ajena.

domingo, 3 de agosto de 2008

yo confieso

La semana pasada me fumé un cigarro.
Dejé que se consumiera entero, pero en realidad sólo le dí unas cuatro caladas.
Y en sólo 2 meses que llevo sin fumar, éste me llevó muy lejos, a aquellos primeros cigarros de cuando tenía 15 años , que me sabían fatal, a cenicero.
Para ser sincera, sería a los segundos, porque el primer primerísimo cigarro que me fumé me hizo marearme tanto que hasta vomité. Lo recuerdo perfectamente.
Tengo que decir que esto me reafirmó en mi decisión de no fumar, os lo aseguro.
Pero ahora estoy pagando las consecuencias y aunque no me apetece fumar porque he decidido que no lo voy a hacer más, lo que me ha vuelto es una ansiedad doble (yo me dejo llevar y me doy a los dulces. Creo que debería volver al agua y los paseos.)
Y supongo que la ansiedad ha venido agrandada porque ahora me siento como el culo.
En fin, también debo trabajar mi autoestima ahora.
Menos mal que estais vosotros ahí para echarme una mano amiga y reconfortante, ¿verdad chicos?
Os he echado de menos, un abrazo.

sábado, 2 de agosto de 2008

El placer es el inicio de todas las adicciones

Extracto de entrevista con Rafael Maldonado, Farmacólogo, publicada en El Periódico el 10/06/08. RM es catedrático de Farmacología en la Universitat Pompeu Fabra e investiga los cambios que origina el consumo de drogas en el comportamiento de las personas.
* ¿Existe vinculación entre las adicciones y los trastornos afectivos?
Sí, claro, hay una vinculación tremenda. Un sujeto adicto tiene una enfermedad que se llama adicción, que está incluida en los criterios que definen la patología mental. (...)

*¿Cómo se inicia una adicción?
Es una enfermedad compleja que depende de la vulnerabilidad genética individual, del grado de aceptación e integración social que tenga la droga y de que sea accesible. (...)
*
¿Qué pasa por la mente de quien sabe que el tabaco puede provocar cáncer pero sigue fumando?
La adicción le ha cambiado los circuitos cerebrales que controlan su comportamiento. La vida racional, eso que nos hace ir cada mañana al trabajo aunque no nos apetezca, depende del córtex cerebral, pero hay otra estructura, el sistema límbico, que rige las emociones y la vida instintiva. En los sujetos adictos, la vida instintiva y emocional domina el comportamiento. La droga provoca un sentimiento placentero y ahí no hay raciocinio que valga. Eso es superior a la conciencia de riesgo.

* ¿El objetivo inicial de quien toma una droga es sentir placer?
Sí. Siempre. Y todas son susceptibles de dar placer, aunque el primer cigarrillo no siente bien. El placer es el inicio de todas las adicciones. Una vez creada la dependencia, la droga golpea y cambia el circuito límbico del cerebro, el que percibe el placer. Lo altera y, poco a poco, el sujeto que consumía droga para disfrutar, lo hace para no encontrarse mal, que es diferente. En un adicto, el placer ha desaparecido, está siempre mal, y toma la droga para encontrarse normal, lo cual es un drama.

* Hay quien fuma porque dice que eso le quita la ansiedad.
La nicotina disminuye ligeramente el estado de ansiedad a los fumadores, pero les provoca una adicción. Trátate la ansiedad, pero no fumes.
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